sábado, 25 de agosto de 2018

LA INCREÍBLE HISTORIA DE DON IÑIGO NORIEGA LASO


LA INCREÍBLE HISTORIA DE DON IÑIGO NORIEGA LASO

Don Iñigo Noriega Laso nació en el Municipio de Ribadedeva, perteneciente al Principado de Asturias en España, en un pequeño pueblo llamado Colombres, un 21 de mayo de 1853, hijo de José Noriega Mendoza y María Laso. Aunque su padre no había viajado para América, ya lo habían hecho varios tíos suyos, como Iñigo Noriega Mendoza (al que años después encontramos como alcalde en el Colombres español). Este pariente del joven Iñigo tenía algunos negocios en la ciudad de México y se lleva a esta ciudad a tres de sus sobrinos, entre ellos el que nos ocupa.

Según la historia fantástica de este peculiar personaje, en el año de 1867, cuando apenas contaba con escasos 14 años de edad, abandona su natal Colombres para emprender la aventura hacia América, lo anterior, debido a la crisis económica y a la falta de oportunidades en su tierra, así, toma un buque en el puerto de Cádiz con destino a América acompañado de sus dos hermanos, Remigio y Benito. En la ciudad de México, su tío, Iñigo Noriega Mendoza, era dueño de una tienda llamada La Mariscala, donde Iñigo trabajó cuando llegó a la  capital de México, el 30 de noviembre de 1868, contaba entonces con 15 años de edad.

Sus primeros empleos fueron sencillos y humildes,  como el de ayudante de tendero, sin embargo, su espíritu emprendedor pronto se manifiesta cuando con muchos sacrificios logra abrir un pequeño negocio a una edad temprana,  esto le permitió abrirse camino e iniciar con empeño una carrera espectacular y meteórica.

El desarraigo en plena transición de niño-adolescente, además de la necesidad de trabajar en un empleo ínfimo antes que educarse no quebró su voluntad, su empleo era peor que mal pagado, con magra comida y como cama el propio mostrador de la tienda familiar. Sin embargo, pronto cambió de empleo, y así, constantemente, siempre mejorando y prosperando, en el año de 1870 se le ubica en la tienda de Don Teodoro García y Hermanos, en la esquina de San Bernardo y Flandes, donde ya ganaba $50 pesos, de los que enviaba la mitad a su madre que se encontraba en España. El año de 1871, a la edad de 18 años, representa el salto hacia su fortuna, cuando con sus pequeños ahorros realizados desde su llegada a México, comienza su propio negocio adquiriendo la tienda de víveres El Borrego.

Esta es la versión de los historiadores españoles que han trabajado en la recopilación de la vida de Noriega, sin embargo, para Pilar Pacheco, historiadora poblana, la situación es distinta, pues refiere que Don Iñigo se estableció con un cantinero del Barrio de Jamaica, llamado Don Vicente Castro, a quien posteriormente convirtió en suegro pues se casó con su hija.
Dentro de los sucesos que enriquecen la vida de nuestro personaje, es en esta tienda o cantina donde se produce la primer y más conocida anécdota sobre el carácter de Don Iñigo. Como las autoridades habían limitado la hora de cierre de los negocios, Noriega hizo quitar las puertas de la tienda con la finalidad de dificultar el cumplimiento de la ley, dando largas al asunto, continuó con el negocio obteniendo pingües beneficios hasta que lo vendió con amplias ganancias, existe una foto del joven Iñigo, correspondiente a ese año, donde aparece en su tienda El Borrego acompañado de sus amigos Florencio González y Vicente Ruiz.
En unos cuantos años el inquieto y joven empresario logra iniciar lo que con el tiempo sería una inmensa e increíble fortuna, además de que pudo colocarse social y políticamente en la afrancesada alta sociedad porfirista, adquiriendo una gran influencia en la época. El triunfo de Iñigo Noriega Laso lo convirtió en el modelo del inmigrante triunfador que adquirió fama y fortuna en tierras desconocidas, de su vida se conocen leyendas que de pronto exageran la realidad, sin embargo, sus actividades triunfadoras representan el paradigma del indiano (asturiano) exitoso.

Si vida ha llamado la atención debido al vertiginoso ascenso al poder económico y político que logró en el México porfirista, del desafortunado y misérrimo inmigrante al poderoso hacendado e industrial, amigo personal del Presidente Díaz, dotado de una intuición inusitada, sentido práctico y de oportunidad, además de su falta de temor ante los riesgos y su enfrentamiento exitoso ante los intereses creados, lo que le permitió incursionar en negocios agrarios, industriales, comerciales, bancarios, mineros, etc., al amparo de la política económica del porfiriato.

Hay quienes lo destacan como el personaje mítico por excelencia, romántico y literario, conquistador del México clasista que enmarca el final de la dictadura de Díaz, constructor de proyectos imposibles, hacedor de palacios nunca habitados, como el caso de la Quinta Guadalupe, obra arquitectónica ordenada por Don Iñigo y construida en Colombres, España, dedicada a su esposa Guadalupe y ofrecida a Don Porfirio, quien en su destierro, la desdeñó por un exilio cosmopolita en París. Como dato interesante, el nombre de Guadalupe es debido a que ese era el nombre de la querida esposa de Don Iñigo, amén de que él mismo nunca ocupó dicha residencia.

Hay para quienes Noriega no es más que un simple producto y consecuencia del porfirismo y sus necesidades, sistema al que representa y sintetiza, una época en la que se acumularon fortunas al amparo del favoritismo del dictador, acusado de prestanombres del presidente Díaz, señalado como terrateniente, propietario de un pequeño ejército particular, destructor de la naturaleza, agresor inmisericorde contra quienes se atrevieron a invadir sus propiedades y atacar sus intereses, amo y señor de vidas, en fin, sus detractores no escatiman señalamientos, sin embargo, para algunos historiadores, fue uno de los hacendados españoles de mayor prestigio en la época y con una visión empresarial novedosa y práctica.

Sin embargo, para algunos expertos en la materia Don Iñigo no representa cabalmente al hacendado porfirista, el de la tienda de raya y derecho de pernada, sus negocios ejemplifican el impulso capitalista en pleno crecimiento y desarrollo dentro del sistema porfirista, lo que le ubica como un empresario.
Según la doctora Pilar Pacheco, destacadísima historiadora poblana y autoridad en el estudio de este insigne personaje, la fortuna de Don Iñigo era incalculable, pues solo en el Archivo General de Notarías de la Ciudad de México se le ubica como propietario de mas de trescientos mil metros cuadrados de terrenos, además de ranchos, haciendas, como el caso de La Sauteña en Tamaulipas y la célebre Río Frío en el Estado de México (Los Bandidos de Río Frío, de Manuel Payno), además de las haciendas de Xico y Chalco en el mismo estado, en este caso, fue dueño absoluto de la cuarta mas grande de México y accionista de la primera, además de poseer empresas textiles entre otras.

Es verdaderamente imposible conocer su verdadera fortuna y propiedades, aunque se sabe que realizó operaciones de especulación de terrenos, a los 27 años inauguró la línea de vapores Casa Noriega y Compañía, se dice que todo lo que tocaba lo convertía en oro realizando una media de mas de cinco operaciones de negocios por mes.

Doña Cristina Noriega, hija de nuestro personaje, en los últimos años de su vida relataba algunos aspectos del carácter de su padre, según ella, Don Iñigo no conocía el miedo, solucionando a su muy peculiar estilo las situaciones más comprometedoras.

Doña Cristina decía que en un viaje en diligencia se produjo un asalto a la misma, al ver la situación el cochero quiso parar, si embargo, Noriega le ordenó imperiosamente al conductor que acicateara a los caballos y que por ningún motivo se detuviera, diciéndole –Tú arrea que yo disparo-
Después de un enfrentamiento armado con los malhechores, lograron escapar indemnes, salvando así el dinero y la vida gracias al arrojo y valor de nuestro personaje.

Otra anécdota nos dice que en plena Revolución se realizaban constantes manifestaciones de descontento en la ciudad de México y en una de ellas, los manifestantes pedían las cabezas de los ricachos y favoritos adinerados del presidente Díaz, entre quienes destacaba Don Iñigo Noriega Laso. Mientras los manifestantes vociferaban, Don Iñigo enganchó apresuradamente los caballos a su coche, sus familiares y amigos pensaron que ante el temor de ser atrapado por la plebe, pensaba ponerse a salvo en un lugar seguro, sin embargo, para sorpresa de todo mundo, Don Iñigo se unió a los manifestantes tomando lugar al final de la manifestación, saludando alegremente con su sombrero a sus conocidos y amigos que se encontraban nerviosos y asustados, presenciando tal manifestación de locura.

Se casó en el año de 1876, tomando como pareja a Doña Guadalupe Castro, una mexicana que sería la madre de sus 11 hijos (María, Lupe, Grafila, Iñigo, Lola, Paquita, Pilar, Manuel, Eulalia, Cristina y María Luz). En este aspecto, hay también leyendas y anécdotas que le atribuyen una progenie de entre 35 y 100 hijos extramatrimoniales, resultado de sus capacidades donjuanescas, sin embargo, al parecer en su lecho de muerte reconoció a otros siete hijos, lo que nos indicaría que tuvo mas hijos fuera de su matrimonio, pero no la exageración de la centena que algunos entusiastas le atribuyen.

En el año de 1881 Don Iñigo era un hombre verdaderamente rico, por lo que decide organizar la fortuna familiar convidando a su hermano Remigio a unir propiedades en una sociedad que les permitiera llevar mejor sus negocios, para ello, funda una sociedad en comandita con Remigio, cuya razón social era Remigio Noriega y Hermano, cuya motivación era la explotación de los negocios y empresas comunes, sociedad que duró 17 años, de 1882 a 1899.

Esta sociedad permitió que las actividades económicas de los hermanos se multiplicaran y crecieran rápidamente, donde es innegable la sagacidad de Don Iñigo, quien consiguió espectaculares concesiones del gobierno, producto de las relaciones sociales y compromisos contraídos con la élite del poder político y económico del México porfirista.

Ello no le quita mérito a su sagacidad espectacular, a la visión especial para hacer negocios por imposibles que estos parecieran, como fue el caso de la desecación del lago de Chalco para aprovechar las tierras en la agricultura, o el caso de la primer Fábrica de Hilados y Tejidos Pintados de Algodón, que abrió en la ciudad de México en 1884, empresa que se convirtió, en diez años, en la Compañía Industrial de Hilados y Tejidos y Pintados San Antonio Abad, cuyo capital representó tres millones de pesos de la época, además de una planta laboral de dos mil trabajadores. 

Los negocios de la sociedad crecieron constantemente, en 1887, Remigio Noriega y Hermano adquiere en el estado de Morelos uno de los más grandes y modernos ingenios, ubicado al este de la entidad, además de la adquisición de una zona minera productora especialmente de plata, perteneciente al distrito de Huautla, en el sur, para darnos una idea del tamaño de los proyectos de los hermanos, en estas empresas trabajaban seis mil hombres.

Con el paso del tiempo, al aumentar constantemente el capital, llevaron a cabo la organización de una empresa denominada Compañía Minera y Beneficiadora de Metales de Tlalchilipa y Anexas, cuyo capital correspondía a la cantidad de dos millones de pesos, las reservas estimadas en plata eran de dos millones quinientos mil pesos.

En este momento cabe otra leyenda que atribuye la relación hacendado-caballerango entre el próspero asturiano y el futuro jefe de la Revolución Mexicana, el general Emiliano Zapata. Se dice que Emiliano Zapata era trabajador de la empresa minera de Tlalchilipa, cuando Don Iñigo visitaba la mina era atendido por un caballerango, aquel que años mas tarde sería conocido como El Relámpago del Sur, pues era precisamente Emiliano Zapata quien sostenía diligentemente el estribo de la cabalgadura de su patrón, a fin de que éste subiera cómodamente a su caballo, la leyenda dice que fue precisamente la mina uno de los lugares que Zapata escogió para establecer su Cuartel General durante la Revolución Mexicana.

En las décadas siguientes al establecimiento de la sociedad y la adquisición de la mina en Morelos, la actividad empresarial de Don Iñigo se enfoca a la adquisición de grandes extensiones de terrenos y propiedades rústicas en el Estado de México, como es el caso de una arriesgada y gigantesca operación, visionaria para algunos, depredadora de la naturaleza para otros, consistente en la desecación del lago de Chalco. Como dato curioso en el centro del lago había un islote llamado Xico, que perteneció al conquistador español Hernán Cortés por el año de 1523 y concedido por el emperador de España Carlos V.

El proyecto consistíó en convertir un lago de diez mil quinientas hectáreas de superficie en terrenos agrícolas, es decir, había que sacar millones de metros cúbicos de agua, por lo que Don Iñigo se dirige al Gobierno General, desdeñando al del Estado de México, con la finalidad de solicitar se le diera en concesión el proyecto de desecar el lago.

Aquí se generó otra anécdota sobre la vida de Don Iñigo, que nos refiere la desaprobación del presidente Díaz a tan disparatado e insensata idea, por lo que no tuvo en ese momento el aval presidencial para sacarla adelante, entonces Don Porfirio, ante la insistencia y perseverancia de Noriega, llamó al influyente asturiano de Cereceda, Don Juan Llamedo para, a través de él, advertirle a Don Iñigo sobre la prohibición a tal empresa y amenazarle por su condición de extranjero, a una posible expulsión del país. Nuestro personaje no se asustó con ello, puso sobre la mesa sus argumentos económicos a favor de su proyecto además de que no le temía a las amenazas, contestó al presidente Díaz que no le importaba la expulsión de México, pues ello le daría la oportunidad de que su madre, en España, pudiera verlo frecuentemente.

Es aquí donde inicia la admiración del general y político mexicano ante la inflexibilidad, determinación y coraje sobre la defensa de sus proyectos por parte del asturiano, así las cosas, en una posterior entrevista con Don Porfirio, salió con la concesión bajo el brazo, además de franquicias y exenciones de impuestos por setenta años. Para efecto de llevar a cabo dicha empresa, se inició la construcción de un canal o dren que permitiría sacar las aguas del lago, a este dren se le llamó Dren de San Andrés.

También se le atribuyen las propiedades de la mina de Tlalchichilpa, en el Estado de Guerrero y el ingenio de Agua Hedionda en el Estado de Morelos, así como la fundación de la Compañía Industrias San Antonio Abad y la Compañía de las Fábricas de Papel San Rafael.

En el mes de julio de 1897, Don Iñigo y su hermano Remigio formaron la Negociación Agrícola de Xico y Anexas, S.A., una nueva sociedad que les permitiría organizar adecuadamente el proyecto de la desecación de Chalco, esta sociedad contó con un capital inicial de tres millones de pesos. El tamaño de la empresa requirió muy pronto de equipamiento moderno, además de graneros, casas para los trabajadores, maquinaria, aperos, cuadras, establos, amén de un imponente palacio que se construyó. Todo ello requirió la necesidad de financiamiento que le fue concedido por un banco francés, el importe era de cinco millones de pesos, para cubrir dicha obligación, emitió bonos hipotecarios al 5% de interés, calculando que con el éxito de la empresa, con el rendimiento de las cosechas obtenidas, pronto liquidaría la obligación contraída, para 1913 ya se habían invertido siete millones de pesos en la obra.

El número de trabajadores en Xico era de dos mil o tres mil dependiendo la época de año, la producción de Xico se estimaba entre un millón cien mil a un millón trescientos mil pesos anuales, únicamente cultivando el 60% de las tierras que se podían usar en la producción, el proyecto era de llegar a los dos millones de pesos en producción, lo que se interrumpió por la Revolución Mexicana y la posterior expropiación de bienes a los Noriega por parte de los gobiernos emanados del movimiento armado.

A la compra de Xico debemos agregar la de las haciendas de Asunción, La Covadonga, Zoquiapán, Río Frío y La Sauteña. Todo ello representó una cantidad impresionante de proyectos y experiencias dentro de su infatigable actividad empresarial, de este modo, en Zoquiapán (donde era su residencia mas estable) producía pulque, precisamente en ese lugar construyó una imponente y magnífica residencia que contaba con capilla propia, la que después de la Revolución fue utilizada como leprosario. Esta residencia era de grandes dimensiones, sólo el comedor medía cincuenta metros de largo, en el que cabían doscientas cincuenta personas, un famoso lugar entre la élite más acaudalada de México, donde hospedaba a personalidades del mundo político y empresarial, tanto mexicanos, españoles como norteamericanos.

Otra de sus empresas se encontraba en la hacienda de Río Frío, consistente en la producción de solventes, en particular, de aguarrás a partir de resina vegetal, en este proyecto la complicación técnica era enorme, los inconvenientes y obstáculos eran, para algunos, insuperables, Don Iñigo tuvo que plantar un bosque de pinos para obtener la resina, además trajo de España a resineros quienes transmitieron las técnicas de producción a los indígenas encargados de trabajar con los árboles.
En el año de 1898 su casa en la ciudad de México estaba en la calle de Capuchinas Número 12, sus oficinas se encontraban en la calle de La Cadena número 16, en ese momento se encontraba en la cúspide, sus éxitos le permitieron una enorme influencia y reconocimiento entre los más ricos de la sociedad, participó como apoderado de Doña Concepción Gómez de Jacoby en el juicio de divorcio de esta mujer, esposa de don Luis Jacoby, uno de los mayores empresarios de México, el poder lo obtuvo debido a un juicio de separación de bienes por causa de divorcio, entre los esposos Jacoby.

Fue garante y fiador de personas importantes, de quienes obtendría agradecimiento, como el caso de Don Juan de Dios Villalobos, personaje que tenía problemas de liquidez ante el Monte de Piedad, bastó una firma de Don Iñigo “Garantizando la honradez de Don Juan de Dios Villalobos por más de siete mil pesos”, para que fuera favorecido Don Juan con el respaldo de la institución.     
A mediados de 1898 por mutuo acuerdo los hermanos Noriega disuelven la sociedad, fue en ese período cuando individualmente adquiere la hacienda de Río Frío y el Ingenio de las Tablas, así como grandes ranchos y propiedades, como Chichicapán y San Isidro, que cita la Doctora Pacheco en su investigación, además, durante el año anterior, en 1897, había obtenido una parte del ferrocarril que pasaba por las haciendas de La Concepción, Buena Vista y Zoquiapán. Aumentó notablemente su actividad empresarial al incrementar sus movimientos de bienes raíces, comprando propiedades urbanas y suburbanas, que corresponderían a una extensión de trescientos cincuenta mil metros cuadrados, en las cercanías de la ciudad de México.

Fue sin embargo, en el Estado de Tamaulipas, donde Don Iñigo adquirió la mas grande de sus propiedades y diseñó uno de los planes mas ambiciosos de su carrera empresarial, en una compañía que denominó “Negociación Agrícola La Sauteña” donde fue propietario del 59.5% de las acciones de la empresa.

En el año de 1905, el inquieto, industrioso y acaudalado inmigrante español, inició el proyecto que permitiría unir a la ciudad de México con Puebla por ferrocarril, lo que le beneficiaría enormemente pues atravesaría sus propiedades ubicadas al oriente de la capital mexicana, el tren recorrería 130 kilómetros y suponía un ahorro en kilómetros de un 40% sobre las líneas ya establecidas, Don Iñigo invirtió dos millones de pesos y en 1914 estaba construida un 70% de la obra.

Otro dato curioso y anecdótico es el hecho de que llegó a tener un pequeño ejército particular,  que le servía para proteger sus inmensas propiedades, pasando a los anales de la historia mexicana como uno de los hombres mas interesantes, tanto por su inmensa riqueza que lo ubicó entre los mas ricos de la segunda mitad del siglo XIX, como por su iniciativa a las grandes y a veces increíbles y fantásticas empresas.

La Revolución Mexicana no le permitió continuar con su meteórico ascenso en los negocios, los hombres del nuevo poder no le perdonaron su riqueza y los agravios de sus influencias, representaba el paradigma del régimen que había que destruir y sus propiedades fueron incautadas por la revolución, como fue el caso de La Sauteña.

Otro dato interesante de la multifacética personalidad de Don Iñigo, es que en febrero de 1911, por instrucciones del presidente Díaz, entró en negociaciones con Ernesto Madero (hermano de Don Francisco I. Madero), con la finalidad de convenir en tratos para contener el movimiento revolucionario, empresa en la que fracasó.

Don Iñigo Noriega Laso tuvo que salir de México para salvar la vida, debido a su posición privilegiada en la alta sociedad porfirista, es de suponer que los revolucionarios se ocuparan de él, contradictoriamente no fue así, pues fue perseguido por el usurpador Victoriano Huerta, así que después de haber sido influyente e intocable, pasó a perseguido. En 1914 con la ayuda de su amigo Don Joaquín Pita, quien era un político y militar distinguido y respetado, pudo trasladarse a España y luego a los Estados Unidos, cabe señalar que Don Joaquín era de personalidad humanista, se sabe que proporcionó alimentos a los hermanos Serdán cuando se encontraban presos.

Don Iñigo se trasladó por algún tiempo a vivir en el Valle de Texas, específicamente en el Condado de Hidalgo, donde el rico anecdotario de este ilustre personaje, nos refiere que dejó descendientes en ese lugar como resultado de su incansable actividad de mujeriego, particularmente con un hijo varón al que su madre (obviamente no fue Doña Guadalupe), puso el nombre de Iñigo y el apellido de su padre, Noriega.

Antes de concluir esta interesantísima biografía, quiero comentar que algunas personas identifican a Don Iñigo como el Conde Del Sauz, personaje de ficción perteneciente al escritor Manuel Payno y que se encuentra en la novela “Los Bandidos de Río Frío”, por el título de la novela encontramos una primer similitud con la Hacienda de Río Frío, propiedad de Noriega, en segundo lugar, Manuel Payno fue contemporáneo de Noriega, pues falleció en 1894, en tercer lugar Sauz y Sauto se parecen, en cuarto lugar, Payno estuvo en Matamoros a finales de 1800.

Aunque estas casualidades se manejen con la pretensión de darle un Conde a Río Bravo en la persona de Don Iñigo, el pretendido Conde Del Sauto, la verdad es que los datos históricos consultados nunca refieren que se le haya otorgado un título condal, el cual obviamente tendría que haberse dado por un gobierno monárquico extranjero, debido a que en México no existen los títulos nobiliarios por precepto constitucional.

Sin embargo, aunque Payno pudiese haber incluido a Noriega en sus páginas en el personaje de ese Conde, eso no basta para otorgar un título a Don Iñigo, como algunos pretenden, además de que la trama de la novela se centra en la historia de una banda delictiva que asoló el oriente de la capital mexicana entre 1830 y 1840 fechas que no encajan con la vida de Don Iñigo.

A pesar de ello, es justo mencionar que recibió una condecoración de manos de la Reina María Catalina de España, con la Gran Cruz del Mérito Naval, también fue nombrado Caballero de la Orden de Alfonso XII, como premio a sus servicios a España durante la Guerra de Cuba, ésto le confiere el título de Caballero, aunque no el de Conde, como algunos lo pretenden.

Don Iñigo Noriega retornó a su querida ciudad de México durante el gobierno de Venustiano Carranza, quien le permitió el ingreso al país, una vez en suelo mexicano, el inquieto empresario asturiano las gestiones legales con la finalidad de reclamar su fortuna, empresa en la que desgraciadamente fracasó, pues perdió la mayor parte de sus bienes.
Don Iñigo Noriega Laso, Caballero de la Orden de Alfonso XII, hacedor de sueños y empresas imposibles, quien en su adolescencia arribó a la capital mexicana huyendo de la pobreza y se proyectó como uno de los hombres más ricos e influyentes en las postrimerías del porfiriato, a la edad de 70 años en el año de 1923, fallece al lado de sus seres queridos en la ciudad que le recibió siendo un niño y que le vio coronar de éxitos una vida increíble y digna de ser plasmada en los anales de la historia mexicana.


Iñigo Noriega Laso, fundador de Colombres y por ende fundador de la ciudad de Río Bravo, Tamaulipas.




Hay una obsesión que llena mi vida
Quiero un Colombres digno de La Sauteña
Una Sauteña digna de México
Un México digno de América
Una América digna del mundo.

Iñigo Noriega

Colombres, mes de marzo de 1910